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Mostrando entradas de enero, 2008

Carta a un amigo que fue...

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Nunca pensé que alguna vez te escribiría una carta como esta. Uno se resigna ante los vaivenes del amor, ante los adioses abruptos, ante el desengaño cuando el abandono irrumpe para envolvernos en una soledad incombustible. Pero en nuestra absurda ingenuidad, creemos que la amistad es para siempre. Nos aferramos al afán de querer y ser queridos limpiamente. Sin otra aspiración que la de construir una relación afectiva exenta de resentimiento. Entendiendo y respetando los silencios del otro, aquel que me refleja y que soy yo dividida en otro ser. ¿Sabés una cosa? Alguna vez creí en las utopías. En ese “no lugar” que nos inventamos para apostar que es posible la cristalización de nuestros sueños. Y fue así como te soñé. Y te ubiqué en mi corazón, junto a los seres que más amo. Compartiendo contigo secretos, temores, alegrías, esperanzas. Alentando las tuyas sin mentirte. Porque hubiese sido fácil hacerlo y dar respuestas que tus oídos quisieran escuchar.

Quise contarla a la luna...

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Quise contarle a la luna, de remotas pasiones disueltas en cenizas, de vacío de ausencias, recuerdos congelados, remolinos nacientes, pecados y naufragios. Quise contarle a la luna, que cabalgo al galope de sueños imposibles, de amores extraviados en medio de la niebla, de vírgenes y bosques, de espacios infinitos. de lo que no se nombra, más allá del espanto. Quise contarle a la luna de tormentas y playas, de oscuros precipicios, de obsesiones que inquietan, ahogan y estremecen, de los últimos fuegos y mapas de poesía, de umbrales y magnolias teñidas con mi sangre. La luna me sonríe, como si comprendiera. y me abrazo a su luz, aunque no me responda. Catalina Zentner

Soy anormal

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me busco en los hilvanes de la noche doblando los cantones del delirio copio y pego grafittis al costado de un árbol pensativo en esa esquina donde un farol enciende las esperas atropello canteros taciturnos y planto pasionarias bordo nubes desayuno un pastel de mariposas me inscribo en la colecta de esperanzas soy anormal no surten las plegarias mi destino si vislumbro la tierra prometida valdrá la pena arder sembrando versos. Catalina Zentner

Y fuimos una sombra...

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Y fuimos una sombra negra ausencia pozo de soledad fantasmas ciegos destinados a errar hasta el cansancio hasta tanto nos duela la memoria. A veces es preciso dar la vuelta para encender faroles en esquinas y jugar a escondernos de los astros. Intentemos bordar algunos poemas cubriéndonos los miedos migratorios. Un arcángel indócil nos aguarda más allá de los vientos y las piedras. Catalina Zentner

Alta en el cielo

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Así en el alto aurora irradial punta de flecha el áureo rostro imita, y forma estela al purpurado cuello. El ala es paño, el águila es bandera. H.C. Quesada y L. Illiaca Estaban allí, acaso desde siempre. Eran parte del paisaje, por eso me había acostumbrado a sus presencias. Recién ahora siento su falta, cuando mis ojos no los encuentran. El jazminero y la Santa Rita, irreemplazables sustentos de mis días. El uno, perfumando mis noches luminosas, bajo un cielo lechoso de tanta estrellería. La otra, invadiendo tejados, alfombrado de lila y naranja el viejo patio. Estaban allí. Eran y son. Bastaba abrir la ventana de mi cuarto para que, sentada frente a ellos, mis dedos empezaran a moverse ágiles e incansables sobre el teclado de la Olivetti Letera 22. Así surgían poemas, relatos, recuerdos. Algunos momentos subyacentes asomaban tímidamente para instalarse en el papel, otros preferían replegarse hacia su encierro. Y quedar ocultos para siempre. De todos modos la pila de págin

Hubo un tiempo...

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Hubo un tiempo en que el inicio de un nuevo año abría rendijas por donde se colaban sueños, esperanzas, intentos de cambios, toma de decisiones, todo ello como resultado del balance interior al cual sometíamos lo vivido, con su carga de frustraciones y momentos felices. Casi siempre, estos últimos, los menos. Hoy prefiero no hacerlo. Dejo, simplemente que el día a día desoville la madeja de lo que quisiera, podría, dejaría de lado o tomaría como regalo inesperado y maravilloso que aminore el choque con realidades no deseadas. Hoy comienza un nuevo año. ¿Distinto, mejor, peor que el que se ha ido? ¿Es que vale la pena seguir en la ilusión de un mundo donde aprendamos a mirarnos en los ojos del otro? ¿Un mundo donde el odio sea desterrado y los honestos ganen la partida? Mis utopías fueron mutiladas, una a una. Quedan algunos recortes, muy escondidos donde no los alcance el filo del desamor. Acaso alguna vez junte valor para rescatar esos fragmentos y sacarlos a la luz. Mi