La pastora
Viene serpenteando la quebrada la pastora, su majada y su tarara, ra, ra, ra, rá... Ella caminaba por la vida evitando tropezar con las piedras que entorpecían su andar, con el rebaño de ilusiones intacto y su voz que enamoraba ruiseñores elevada hasta la luna, como un vuelo rasante de mariposas o un resplandor de luciérnagas al resguardo de nubes traicioneras. Canta como cantan los que sueñan en la vida, ríe como ríen los que tienen alegrías. Encarnaba la inocencia y la dulzura, los cascabeles de su voz llamaban la atención de los viandantes que se detenían para pedir por caridad una mirada desde el azul profundo surcado de rocío, esas llamas votivas les alentaban a continuar su rumbo sin temor a resbalar por el desfiladero de la desdicha. Quién fue que robó su voz, que ya no se escucha más, solita se ve pastar aquella nube de ovejitas montaraz. Vacío quedó el sendero sin su presencia. Algunos prefieren creer que se volvió hada o duende, rechazan la idea de haberla perdido