Se que no he de volver. Allá quedó una historia escrita a medias y un panal sepultado en la espesura. El chogüi denunciando atardeceres el árbol de la esquina los murales las vecinas al fresco de la tarde. Las paredes custodios de secretos un pan enmohecido tras la puerta abuelita decía que a la suerte un puñado de sal y pan llamaba. El río solidario entre cantones explanada de luz jacarandáes lapachos y chivatos arboledas dos racimos de estrellas sobre el puente. Un rasguido lejano de guitarras chamanes invisibles en el monte el pombero acechando a las muchachas el arenal ardiendo en cada siesta. Y la desolación casi tangible cuando el vértigo se dobla entre mis cejas. Catalina Zentner (Israel) ¿Cómo habría de volver, quien no se ha ido? Si la raíz, la sangre en común, se prolonga hasta los huesos, cuando quedó suspendida en el aire la memoria, los gozos de la tarde, el discreto arrullo de los cantos nocurnos, la claridad beatífica del día ... a risas vertidas entre amigos, cuando los...